El Poeta
Será nuevamente la aurora, tan escarnecida hasta el momento
en el brocal de mis pupilas. Tu cuerpo yace, desnudo y cómplice,
en mis sueños, como una serpiente que envenena mi piel.
Mas será nuevamente la aurora, y otros labios y otros besos
sacudirán mi alma. Y sin embargo, regurgita el vientre de las horas
la saliva amarga, otrora dulcísima, que bebí de tu boca.
Y si no es la aurora por fin mañana mismo, el decidido mañana
en que sacudirse la vana muerte que a veces asoma junto a mis pasos,
entonces brindaré por ti, tan lejana y vívida a mis ojos.

Y he de partir, he de partir para que tus manos no me devuelvan
al eterno retorno del dolor de sentirme tan solo entre tus brazos.

Francisco Aranda

Málaga, a 01 de febrero de 2015

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